El Mundo Perfecto… Mientras Dormías

Parte III

Papá, mientras dormías me puse a ver la salida del sol. Antes de que saliera, habían rayos violeta, era como si el sol se hubiera tragado una mora dulce y jugosa, como las que se cultivan en el cerro de Apaneca. Y el domingo pasado surgieron rayos rojos, era como si se hubiera comido un puñado de fresas.

La otra vez cuando lo vi, había coloreado todo de dorado y los cantos de los pájaros desde temprano le entonaban ese buenos días que a ti, a mamá y a mi, se nos olvida por completo. Por si no lo has visto, Clavito a diario le recibe  callando su “guau guau”, para calentarse con la energía que le da para saltar y jugar.

Sabes papá, el mundo no sería igual si los animales no existieran. Ellos han venido a acompañarnos a la tierra, son tan lindos… Papá, no entiendo por qué  los hombres le quitan la piel a los osos, a las ovejas, a las zorras, a los visones y a las nutrias… ¿Qué les han hecho ellos para sacrificarlos de ese modo? ¿Has visto lo que le hacen a mis amigas las ballenas?

Tienes razón hijo, el otro día veía a un hermoso tigre en una foto con una frase tan apropiada como lo que dices. “Cuando un hombre mata a un tigre, lo llaman deporte, cuando un tigre mata a un hombre, lo llaman salvajismo”.

Papá, ¿qué significa la palabra apropiada? Bueno, hijo, apropiado es que cuando veas a tu madre, la saludes amorosamente. Lo apropiado tiene una connotación sagrada si lo usas con consciencia y hablando sobre ese término, Leonardo da Vinci cita una frase tan apropiada, cuando escribe: “Llegará un día, en el que los hombres como yo, verán el asesinato de un animal como ahora ven el de un hombre”.

Y sobre el acto de retirar la piel a los seres indefensos y a los animales que Dios creó, hemos de trabajar unidos para que la familia de nutrias, la de zorros, la de  osos, se respete como un gran reino de Dios. Y como sabiamente decía Gandhi, “un país y una civilización se puede juzgar por la forma en que trata a sus animales”, sabiduría fundamental que nos debe hacer reaccionar e invitar a tomar acción.

Te agradezco hijo, por las preguntas que me haces, porque con tus sentimientos centrados recuerdo al sol; porque me llevas a abrazar a Clavito, y me recuerdas a la consciencia colectiva del planeta que ha de cuidar y amar a todas las criaturas y como bien decía Anatole France, “hasta que no hayas amado a un animal, una parte de tu alma estará dormida”.

Gracias, hijo, por despertarme un poco más… Se siente la brisa que nos acaricia y la armonía cobra vida, junto a esa compasión capaz de reedificar la paz a la que tiene derecho natural la nutria, tu y yo.

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